El estudio de la delincuencia y de los factores que rodean la vida del delincuente son el principal objeto de estudio de la Criminología. Desde sus inicios, esta ciencia multidisciplinar ha tratado de explicar, partiendo de distintas teorías criminológicas que han ido evolucionando en los últimos siglos, las razones que llevan a una persona a delinquir y las circunstancias que influyen en su comisión.
Algunas de las teorías criminológicas más importantes en el estudio de la delincuencia en la actualidad son:
En sus orígenes, el factor biológico en el análisis del perfil del delincuente tenía gran peso apoyándose en las teorías de Cesare Lombroso, quien hablaba de la existencia de un “criminal nato” que presentaban ciertos rasgos físicos y biológicos presentes desde el nacimiento que le caracterizaban como delincuente.
Con el tiempo, el enfoque teórico se ha vuelto más transversal, dando prioridad al factor psicológico y social. La relación individuo-sociedad es fundamental para conocer los rasgos principales del delincuente, ya no solo en cuanto a sus características biográficas sino también acerca de su estilo de vida y de su comportamiento consigo mismo y con los demás. Existen múltiples factores que influyen en la comisión de un delito a nivel biológico, psicológico y social; por lo tanto, establecer un perfil del delincuente supone analizar su persona desde un punto de vista biopsicosocial.
Perfil biopsicosocial del delincuente
Realizar un perfil es una tarea difícil y en muchos casos surgen discrepancias en la teoría y en la práctica profesional. En general y sobre todo cuando se quiere elaborar el perfil del delincuente de un tipo de delito en concreto, existen coincidencias con las se pueden hacer ligeras estimaciones de sus características físicas, psicológicas y sociales; no obstante, hay que tener presente que cada caso es único y hay que evitar generalizaciones, sin establecer un perfil igual para todos los delincuentes. Siempre puede surgir un caso de un delincuente “de libro” cuyos rasgos coinciden plenamente con el perfil establecido, pero en ningún caso es lo habitual.
Entre los factores a estudiar en la elaboración de los perfiles se encuentran:
En cuanto a rangos de edad, los menores entre 14 y 17 años destacan por la comisión de delitos contra el patrimonio, especialmente hurtos y robos con violencia en la vía pública. Entre los 18 y 30 años, comienzan a aumentar los delitos contra las personas, en concreto los malos tratos en el ámbito familiar. De 31 a 40 años, los hurtos y los malos tratos se equiparan casi en su totalidad y aumentan levemente en el rango de 41 a 64 años. Con más de 64 años, se reduce significativamente la comisión de delitos. Si se tienen en cuenta además los datos penitenciarios, se puede estimar que el rango de edad del perfil del delincuente medio en España está entre los 40 y 60 años.
Otro factor característico es la nacionalidad, y en cuanto a la población extranjera en el año 2019, se registró un 28,1% de reclusos extranjeros en las cárceles españolas, predominantemente de nacionalidad marroquí.
Profesionales de otras especialidades incluyen también en el estudio del perfil del delincuente algunos factores biológicos como la genética, la estructura cerebral o el nivel de actividad del sistema nervioso autónomo o del lóbulo frontal. También se debe tener en cuenta la posible existencia de una enfermedad mental o una discapacidad, así como el consumo de drogas.
A nivel estadístico y en la práctica, el sexo, la edad y la nacionalidad son el principal objeto de estudio en el perfil criminológico.
Estas son las características más comunes en los delincuentes, sin embargo no se puede extender a todos los delitos por igual; según el tipo de delito cometido podemos encontrar perfiles muy diferentes. Por ejemplo, en agresores sexuales encontramos generalmente un perfil con dificultades para controlar los impulsos o con baja tolerancia a la frustración; mientras que los llamados delincuentes de cuello blanco no suelen presentar problemas de autoestima y se caracterizan más por la falta de empatía, un mayor autocontrol o la ausencia de culpabilidad.
Por lo tanto, el análisis del factor psicológico en el perfil del delincuente es fundamental para conocer su mentalidad a la hora de cometer el delito y, en la práctica profesional, es determinante en el desarrollo de los programas de intervención y tratamiento con delincuentes y reclusos, garantizando un enfoque correcto y una aplicación eficaz que se traduzca en unos mejores resultados en el proceso de reinserción.
La elaboración del perfil del delincuente debe llevarse a cabo de una manera tripartita e interrelacionada, basándose en factores físicos, psicológicos y sociales. Según el tipo de delito cometido podemos encontrar perfiles muy diferentes, e incluso en la comisión de delitos de igual o semejante naturaleza sus características pueden variar. Por lo tanto, es una tarea ardua y minuciosa en la que se puede tener una ligera idea de los rasgos esenciales del delincuente en cada delito en base a perfiles anteriores pero que, en ningún caso, puede dar lugar a generalizaciones. Por ello, y como reflexión personal, la coordinación entre profesionales de diferentes ámbitos de actuación (Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, abogados, psicólogos, trabajadores sociales) y el trabajo multidisciplinar del criminólogo es fundamental para conseguir un perfil del delincuente ajustado a cada caso y, en consecuencia, actuar de la manera más eficaz posible en su prevención, identificación e intervención.